¡Con que graciosidad va la esquiadora,
angelica y montes, por una nieva
surcada como tierra labrada!
¡Con que velocidad! ¿Cómo se atreve
a tanto un pie que, si no miente, pesa?
¿Es que la gravedad se ha vuelto leve?
Saltea, baja, sube y sube: cesa
de saltear, subir, bajar, y manda
sobre la pechiabierta paz montesa,
su impetu, su cuerpo, suvolanda,
a un vacio, a un sinfín, a un salto, a un viento
que le pone de punta la bufanda.
Un exquisito verde ceniciento
y un delicado blanco casi oscuro
componen los azules del momento.
¡Que puro de no soy, ¡ay Dios!, que puro
que ni fui ni sere, ¡ay!, ser quisiera,
y que poco lo quiero y lo procuro!
Vendra otra vez ---¡que voy!--- la primavera
a darnos un pecado en una rosa,
y al cabo de su sol sere yo cera.
La alegria del frio dolorosa
se volvera tristeza…---¡que alegria!
a formular mi pensiamiento osa.
Este afan de pureza, esta osadia
de querer levantarme, y esta gana,
se tornaran terrena corbardia
Mi ilustre soledad de esquila y lana
de hoy, ha de hacer viciosas amistad
con el higo, la pruna y la manzana
¡Adios, secreto de mis soledades!
¡Adios mi voluntad y continencia!
¡Adios miguel de las tempestades
con tu carne, tu alma y tu conciencia!
Evitare, señor, tu azul persona,
que dolecencia quito quien puso ausencia
.
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